domingo, marzo 18, 2012

Casa Madre

Hoy madrugo un poco más, apenas una hora. Las 5:15, tiempo suficiente para una ducha, ordenar los aperos, mochila al hombro y 20 minutos de paseo hacia Casa Madre. 

La misa empieza a las 6, y cierran las puertas puntuales para que todas las hermanas puedan asistir, así que no nos podemos retrasar o nos quedaremos fuera hasta las 7 que vuelven a abrir ya para el desayuno.

Salgo de mi Guest House, nadie aun en la calle; camino con cuidado de no pisar a mas de uno de los tantos que simplemente duermen en el suelo; familias enteras que duermen tirados, y viven tirados en esa esquina, o en tal o cual acera, sin nada que les guarezca de la lluvia o les de una mínima intimidad. Me cruzo con otro, tumbado debajo de su rickshaw, con apenas unas hojas de periódico a modo de colchón / aislante. La ciudad aun bastante dormida, va amaneciendo con la luz del día.

 
Entro en Casa Madre, un edificio blanco, sencillo, de unas 4 plantas con un patio interior, sede central de la orden, donde vivía la madre Teresa. Un pequeño letrero en el zaguán indica "Mother Teresa in/out", que servia para indicar si estaba la madre en casa o no. El cartel sigue ahí, como recuerdo, marcando el "IN", ya que la madre descansa en la misma.

Saludo a la hermana que cuida la puerta, paso junto a la sala donde esta la tumba de la Madre Teresa, en la planta baja, a la que no se puede acceder hasta después de la misa. Subo raudo las escaleras, y ya en el primer piso, me descalzo para entrar en la capilla, una gran sala rectangular de unos 30x12m, con 7 ventanas a la calle, y apenas una sencilla talla de un Cristo en un hueco entre las ventanas junto a una imagen de la virgen. Hay una figura a tamaño natural de la madre Teresa, sentada, rezando en la postura habitual de las hermanas, que han colocado donde se ponen las hermanas, y éstas al rezar en la misma postura hacen que la misma estatua se confunda con ellas; es curioso, es como tener a la Madre Teresa presente en la misa, ahí la ves




Todas las hermanas están presentes, de pie, o sentadas sobre si mismas, esperando que comience la misa. Hay 5 o 6 bancos en un extremo para los voluntarios con un ventilador para aplacar nuestro calor, cada día mayor. Otro ventilador para el sacerdote que celebra la misa, y nada más.

Debemos ser unos 30 voluntarios, de todas las nacionalidades, aunque en esta época parecen destacar los japoneses, simplemente por que se distinguen físicamente del resto. Es curioso, como vienen estos últimos a misa, cuando no son católicos. Atienden con respeto, siguen a las hermanas según se sientan o levantan, eso sí, no se arrodillan. Cualquiera es bienvenido en Casa Madre, sea de la religión que sea, pero las hermanas han tenido que colgar un cartel "comunión solo para los católicos", pues parece que mas de uno se ha aventurado mas allá de lo debido...

Da comienzo la misa a las 6 en punto, y el exterior aun esta tranquilo, pero a medida que corre  el tiempo, el ruido del trafico exterior, que se cuela por las ventanas, se va transformando en un sonido cada vez mas atronador, que lleva al sacerdote a detener su voz cuando algún camión o autobús ruge demasiado, para continuar una vez este parece que se ha alejado.

La misa dura una hora, y es un gusto compartirla con la sencillez y recogimiento de las hermanas. Es una gran forma de comenzar el día. Suele variar con frecuencia el sacerdote oficiante, ya que tienen visita de padres de todas las órdenes...

El primer día de mi llegada, en el que tras mi registro como voluntario me acerque a conocer la Casa Madre, pude rezar por primera vez delante de la tumba de la madre Teresa. Está en una sala en la planta baja, sin nada más que la tumba en medio, decorada con flores que cambian todos los días, y con las que escriben oraciones. Es sencilla, como todo lo es en las Hermanas de la Caridad. A pesar del ruido ensordecedor que se cuela por las ventanas, hay una sensación de enorme tranquilidad y paz que invita al recogimiento. 




Y ahí, me encuentro con un sacerdote español oficiando misa un lado de la sala, sin más compañía que una sola hermana, que estaba precisamente para eso, para que la misa fuese acompañada al menos por una persona, así que me uno a ellos y aprovecho para cumplir con mi promesa con un buen amigo, así como pedir por tantos y tantas cosas que llevo en "mi lista", que si algo, no es corta... Y es que todos los sacerdotes que vienen quieren oficiar una misa, delante si es posible de la madre Teresa...

Al terminar la misa, las hermanas aun se quedan un rato cantando, y ya sobre las 7 nos dirigimos los voluntarios al piso bajo, donde las hermanas nos preparan un sencillo desayuno. De camino te encuentras con distintos mensajes, en una pizarra, o en un papel sobre la pared, que recogen frases de la Madre Teresa, y que cambian según el día.


Ya en el desayuno, nos ofrecen un te con leche, dulce, pan de molde y un plátano; puedes repetir tanto como quieras... y quede. Yo me tomo siempre varias tazas. Corren en la sala de los voluntarios idiomas de todo el mundo, español (mayoritario), francés, inglés, japonés, coreano, italiano, reflejo de un mismo sentir entre todos los presentes.

A medida que pasan los días, vas reconociendo todas las caras. Hay oportunidad para saludar a todo el mundo en la media hora de desayuno, de charlar, de cambiar impresiones. ¿Cuando llegaste? ¿Cuanto tiempo estás? ¿Por que viniste? ¿A que centro vas como voluntario? ¿Donde te hospedas?...  te das cuenta que las razones e inquietudes son muy similares. Todos buscan algo, nuevas experiencias, encontrarse a uno mismo, un sentido a su vida, una razón para creer, felicidad para vivir...

Todos los días se van voluntarios, al igual que otros llegan, es una rueda imparable, y a todos se les despide cantando, todos los voluntarios juntos, como una familia "we miss you miss you miss you...". Ayer se emocionaba una japonesa a la que yo había bautizado como Picachu y ella a mi como Picasso; no paraba de llorar, extraño entre japos esa emotividad.

Al terminar el desayuno, una d las hermanas da los avisos en ingles y en español. Es sorprendente el peso que tienen los españoles como voluntarios, el resto de extranjeros se sorprende a su vez, pero es que somos legión y especialmente valorados por las "sisters", algo bueno debemos tener. Se forman grupos en función del destino elegido por cada uno. Yo voy por las mañanas a Pren Dam, un centro de adultos enfermos. Antes de salir, entro en la tumba de la Madre Teresa y en un vuelo, me acuerdo de todos los míos, y así le pido a la madre, además de que me de fortaleza en mi primer día, no se a que me voy a enfrentar, y si es algo fuerte, que lo afronte con entereza.




Salida de Casa Madre
Sobre las 7:30 se abre la puerta-persiana que da a la calle, y vamos saliendo los voluntarios. Nos agrupamos dependiendo de nuestro destino elegido. Alguien eleva un cartón con el nombre del centro, Shishu Bayan, Prendam, Nabo Jibon… Y ya con mis compañeros, que como yo han elegido Pren Dam, nos encaminamos a pie en amena charla; son 20 minutos desde Casa Madre, que de nuevo pasan volando, fijándonos en todo el despertar ya evidente de la ciudad.

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